Una vez más, Matadero juega en su trama con las situaciones tragicómicas. El capítulo de hoy deambula entre personajes ambiciosos y despiadados, y otros que en su timidez e ingenuidad son cómplices de situaciones criminales sin ser conscientes de ello.
Salvador advierte a Almudena del peligro del portugués. Ésta le miente y le dice que se va de viaje a Galicia a vender el Matadero. Ella está cegada por la posibilidad de hacer dinero y nada le asusta. Así se lo hace ver su cuñado, quien le echa en cara estar metido en el lío por su ambición.
Ellos no cuentan con que María José ha decidido acompañarles en su viaje. Cuando llegan a Galicia, don Julio e Inmaculada les guardan el secreto para que ésta no sospeche. María José piensa que su marido y su hermana están allí para vender el matadero.
Por otra parte, Julio se entera de que su hermano Ramón ha intentado engañarles con el asunto de los porcentajes. Decepcionado, le advierte de que lo han descubierto y que tiene que marcharse de Galicia.
Vasco se acuesta con la hija de Salvador
Jacobo está desaparecido y María preocupada, trata de localizarlo. Lo encuentra retenido por la madre de Fernando Marín. Además, encuentran el teléfono de su tío en el río y cree que puede ser una pista de la que tirar.

Matadero

Jacobo es retenido contra su voluntad.


El personaje de Montaña, que introducen los portugueses, es un ejemplo más de la figura del esperpento con el que juegan en la serie. Sus últimas palabras antes de morir son dignas de una escena cómica pero a la vez tienen su carga dramática. También lo es, la escena de la lucha entre Alfonso, Almudena y Ramón en el hotel. De nuevo, el «inocente» Alfonso se ve metido en un lío que no tiene nada que ver con su apacible vida de veterinario.