Una de las frases que repite Antonio Orozco en La Voz es "Cierren las puertas que se escapa el talento", y no puede ser más acertada. El talento musical que derrochan algunos participantes sigue en un nivel altísimo a pesar de que ya nos encontramos en la octava gala. Arrancó el programa esta noche, la actuación de Adriana Rosa, que con su Is this love de Bob Marley tardó dos segundos en hacer que Antonio Orozco y Paulina Rubio se girarán. Se quita así la concursante una espinita después de que la rechazaran en otros programas por culpa de su físico. Se va con Antonio. Con Antonio también se va Javier Moya. El sevillano es capaz de cantar rock, soul y flamenco en la misma nota. Antonio dice que Javi lleva dedicándose a esto más de treinta años. José Álvarez cantó Venecia sin ti desde su silla de ruedas. No puede andar desde que era niño por una poliomelitis. Los coaches no se giraron pero el se fue satisfecho al haber alcanzado su sueño de llegar a este plató y cantar delante del público. Llegó el turno de la francesa Apryl, que canta en un piano bar de su abuelo desde que era pequeña. Su interpretación de la archiconocida A mi manera, en francés, hizo que Pablo y Antonio peleasen por ella. Ganó Pablo que incorpora una voz especial más a su equipo. La guapísima María Cortés de Granada no tuvo suerte, en parte por la elección del tema que no le favorecía. Los coaches la felicitan y ella les da las gracias sin rencor. Marcelino llega de Sudáfrica dispuesto a dedicarse por entero a la música, un sueño que estuvo a punto de abandonar. Canta Jealous, se giran Antonio Y Luis Fonsi y se va con este último. A continuación llega Guadalupe de Valencia, que trae una propuesta que reinvindica el flamenco más puro. Interpreta un fandango porque le recuerda a sus raíces y su raza. No tiene suerte y ningún coach se gira. La Voz termina con la espectacular actuación lírica de Ángel Cortés, el policía que encandiló a Paulina Rubio