La cuarta gala de la séptima edición de Masterchef ha estado cargada de emoción y nervios. Los doce aspirantes al premio del famoso talent culinario han puesto toda la carne en el asador para luchar por su permanencia. La primera prueba consistía en seguir una receta de pichón relleno que Pepe iba leyendo de un libro gigante. Pero para esta prueba, la velocidad era muy importante. Pepe iba dando instrucciones paso a paso, y cuando el primer concursante terminaba los demás tenían que parar, y pueden ser penalizados con dos minutos de espera para volver al cocinero. Durante esta prueba hemos podido ver como la presión afectaba a los aspirantes. Sólo Laly y Valentín estuvieron a la altura, ganando la argentina la prueba. Para el jurado de Masterchef, la mayoría de los fallos fueron por un problema de actitud. En la prueba de exteriores, los aspirantes viajaron a Úbeda, Jaén. Allí han tenido que hacer frente a una de las pruebas más exigentes del programa. Han tenido que cocinar para 210 comensales, un record en Masterchef. El equipo azul ha salido triunfante de este reto y se libra de la prueba de expulsión. Los miembros del equipo rojo, liderado por Laly son los que tendrán que luchar por la permanencia. Tendrán que enfrentarse a un reto con el huevo como ingrediente principal y dividido en cuatro pruebas. Laly y Marcos son los aspirantes más lentos que tendrán que enfrentarse en la prueba de eliminación. Para ello, deberán realizar un plato libre en treinta minutos, que incorpore manzana. Para el jurado de Masterchef, el problema de Marcos es que no escucha y eso es algo fundamental en la cocina. Sin embargo, su plato tenía menos defectos que el de Laly. Esta ha hecho un emplatado muy malo y tiene que abandonar el programa.