En el segundo programa de la séptima edición de Masterchef vamos conociendo mejor a los concursantes. Además los aspirantes comienzan a adaptarse a la nueva dinámica del concurso. Para comenzar, un clásico del programa y que sigue dando auténticos quebraderos de cabeza a los aspirantes. Tenían que elaborar la famosa croquembouche, una tarta de origen francés y conocida por su elaboración difícil. Como en las ocasiones anteriores, el chef Torreblanca trató de ayudar a los aspirantes en la elaboración de dicho postre. Aún así, excepto Alicia y Aleix, la mayoría de los concursantes estaban bastante perdidos. Especialmente duros fueron los comentarios de los jueces respecto del resultado final de la croquembouche de Carlos. No solo le afearon el resultado final, sino que destacaron que una consecuencia de no tomarse en serio su trabajo. Osiris en cambio fue muy aplaudido por su recreación de la croquembouche, siendo el primer aspirante capaz de conseguir un resultado digno en esta elaboración. Con esta sensación agridulce y las lágrimas de Carlos, se fueron a la prueba de exteriores. Masterchef viajó hasta Peníscola para asistir a otro momento histórico y dramático a la vez. Separados los aspirantes por equipos tenían que servir comida a 150 comensales. El equipo azul, capitaneado por Osiris no lo hizo mal, pero cuando llegó el turno del equipo rojo todo se vino abajo. Su capitana, Carmen fue la responsable final de que los 150 comensales se quedasen sin el segundo plato de su menú, algo insólito en Masterchef. Carlos, al que le fue tan mal en la primera prueba, pero muy bien en la segunda, tuvo el dudoso privilegio de intercambiar a un concursante de los salvados a la zona de peligro. Salvó a Marcos y sentenció a Osiris, probablemente porque lo ve como un rival fuerte. En la prueba de expulsión, debían preparar unas croquetas. Contaron con la visita de la flamante ganadora de Masterchef Celebrity, Ona Carbonell. Las peores croquetas fueron las de Laly y Sara, y al final el jurado decidió eliminar a Sara.