El barco del amor ha zarpado. Arranca First Dates cruceros, una adaptación del formato original en el que las personas que van al restaurante buscando el amor, tienen la posibilidad de continuar su cita en el jacuzzi, la piscina, la pista de baile o el camarote de un crucero.

Cambia el formato y cambia el escenario. First Dates se «mueve» a un entorno de lujo que puede dar mucho pie a las historias que habitualmente tienen lugar en el programa. El talent combina ahora el punto de dating show con el de reality, ya que vemos como algunos de los protagonistas se desenvuelven más allá de la mesa del restaurante.

Desde luego que el programa empieza fuerte. Por una parte está la romántica historia de Jero, que conoce a Adriana de vista y pide al programa que la encuentren para él. La ha visto cuatro o cinco veces de cinco años en un pueblo de Canarias y está enamorado de ella. Tiene la suerte de que cuando se encuentran la cosa fluya entre ellos. Parece que se conocen de toda la vida. De hecho, se van del restaurante directamente al camarote. De ahí al jacuzzi y de ahí al edredoning.

La cita entre Edgar y Fátima empezó bien pero se estropeó en el camarote

La cita entre Edgar y Fátima empezó bien pero se estropeó en el camarote

También ha salido medio bien la cita entre Fátima y Edgar. Y eso que no lo parecía. Ambos tienen un problema de ego que podría chocar – el del uno contra el otro – pero han sabido combinarlos bien. O eso parecía, cuando han llegado al camarote ha pasado lo que tenía que pasar. Discusiones absurdas de adolescentes a causa de sus egos insoportables. Por la mañana, parecía que lo iban a arreglar pero lo han rematado. No repiten.

El verdadero pinchazo de Firts Dates de esta noche ha sido el de Ramón y Ana. Lo cierto es que aquí el casting ha fallado porque ambos son la antítesis el uno del otro. Ana, la más expresiva de los dos se ha pasado la cita alucinada por la «mala» elección de su cita. Al final, ha sido hasta desagradable, ya que le ha dicho que «ella se lo merienda vivo».

Temas